martes, 7 de marzo de 2017

La sombra del ciprés

Siempre he hecho las cosas rápido, pronto, en cuanto me han dejado. Dos meses de cumplir dieciocho había donado sangre, había votado y estaba apuntada a la autoescuela. Vivo agobiá, ya lo sabéis. Quizá esto tenga que ver con ser la hermana pequeña de un hombre que vive, también, bastante rápido y bastante intensamente. Si sois los pequeños, sabéis que la sombra del hermano mayor es alargada y cuesta vivir en ella.

Os preguntaréis qué tiene esto que ver con marzo y el feminismo y los temas que nos ocupan estos días. Pues es que este hermano mío no solo ha nacido un día antes del Día Internacional de la Mujer —ya os he dicho que siempre ha sido bastante precoz—, sino que además tiene la capacidad de hacerme querer ser mejor persona, mejor profesional y, por supuesto, mejor feminista. Porque mi hermano no hace nada a medias, lo ha dicho siempre su madre (y la mía): que no le dé por el terrorismo, porque acaba con España.

Mi hermano es capaz de ser médico, coordinador, padre, esposo, amigo, hermano, hijo y runner, y todo ello a tiempo completo. Es capaz de proponerse nuevos retos a diario, de seguir mejorando como profesional y como persona, de no rendirse en su búsqueda de la felicidad, de seguir aprendiendo con las más de cuarenta castañas que le han caído hoy. 

Mi hermano, junto a mi cuñada, además, ha criado a tres niñas maravillosas con sus principios firmes, sus propósitos claros y tantas ganas de aprender, crecer y superarse como él. Tres niñas que, con menos de dieciocho años, ya son capaces de explicarme por qué una canción como "Ain't Your Mama" no es tan feminista como JLo pretende que sea. Y seguro que muchos adultos no saben de lo que hablo. 

Mi hermano es hombre, blanco y heterosexual, pero también se reparte las tareas domésticas como uno más, colabora con sus compañeras en plano de igualdad y a las mujeres de su entorno nos da tantos privilegios como él tiene, pero también nos exige las mismas responsabilidades. Es, se podría llamar, uno de los grandes aliados del feminismo.

Mi hermano es un ejemplo y, aunque a veces sea difícil mirarse en semejante espejo, también es un impulso a seguir creciendo. Felicidades, hermano. Ojalá queden muchos años que celebrar contigo.

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