miércoles, 27 de enero de 2016

Devolvednos la palabra

Vals del Ángelus 

Ve lo que has hecho de mí, la santa más pobre del museo, la de la última sala, junto a las letrinas, la de la herida negra como un ojo bajo el seno izquierdo.

Ve lo que has hecho de mi, la madre que devora a sus crías, la que se traga sus lágrimas y engorda, la que debe abortar en cada luna, la que sangra todos los días del año.

Así te he visto, vertiendo plomo derretido en las orejas inocentes, castrando bueyes, arrastrando tu azucena, tu inmaculado miembro, en la sangre de los mataderos. Disfrazado de mago o proxeneta en la plaza de la Bastilla - Jules te llamabas ese día y tus besos hedían a fósforo y cebolla. De general en Bolivia, de tanquista en Vietnam, de eunuco en la puerta de los burdeles de la plaza México.

Formidable pelele frente al tablero de control; grand chef de la desgracia revolviendo catástrofes en la inmensa marmita celeste.

Ve lo que has hecho de mí.

Aquí estoy por tu mano en esta ineludible cámara de tortura, guiándome con sangre y con gemidos, ciega por obra y gracia de tu divina baba.

Mira mi piel de santa envejecida al paso de tu aliento, mira el tambor estéril de mi vientre que sólo conoce el ritmo de la angustia, el golpe sordo de tu vientre que hace silbar al prisionero, al feto, a la mentira.

Escucha las trompetas de tu reino. Noé naufraga cada mañana, todo mar es terrible, todo sol es de hielo, todo cielo es de piedra.

¿Qué más quieres de mí?

Quieres que ciega, irremediablemente a oscuras deje de ser el alacrán en su nido, la tortuga desollada, el árbol bajo el hacha, la serpiente sin piel, el que vende a su madre con el primer vagido, el que sólo es espalda y jamás frente, el que siempre tropieza, el que nace de rodillas, el viperino, el potroso, el que enterró sus piernas y está vivo, el dueño de la otra mejilla, el que no sabe amar como a sí mismo porque siempre está solo. Ve lo que has hecho de mí. Predestinado estiércol, cieno de ojos vaciados.

Tu imagen en el espejo de la feria me habla de una terrible semejanza.

-Blanca Varela


Hoy, prefiero que hable ella. A pesar de su silencio.


domingo, 24 de enero de 2016

Musas

Esta semana he aprendido que la inspiración es muy inoportuna. Que Picasso dijo que te debía pillar trabajando, sí, pero no especificó en qué. Y así me va la vida, que de escribir un ensayo sobre la identidad digital contemporánea salto dentro de una piel que no es la mía y se acabó el trabajo, el ensayo y todo lo planificado. Hay que escribir. La inspiración me ha pillado trabajando.

He aprendido lo poco necesario que es comer, dormir y esas cosas tan prosaicas para sobrevivir. Que la poesía se lleva en la piel. Que es mejor descubrir secretos que desenterrar tesoros. Que quien bien te quiere no te hará llorar, te hará palomitas.

He aprendido que, ya que estamos con las citas célebres, si disfrutas no trabajarás un solo día de tu vida. Y que levantarse después de cuatro horas escasas de sueño para hablar de escritoras y feminismo, por mucho que me grite el cuerpo, ni es trabajo ni es nada. Es un privilegio. Que quiero llegar al día de mi jubilación y llorar porque no quiero dejarlo, porque aquí o se viene a disfrutar o no se viene.

Y tú, ¿qué has aprendido?


domingo, 17 de enero de 2016

Home

Ya he vuelto.

He vuelto, y he aprendido que se puede tener más de una casa. En cada una hay unos brazos dándote la bienvenida, una temperatura distinta, su propio sentimiento. Pero en las dos entras y piensas, dejando de correr de quien quiera que se la estuviese ligando, "¡casa!".

He aprendido que la lluvia hace que todo suene mejor. Que hay sonidos mejores que una guitarra a medianoche, quién lo iba a decir. Que se pueden regalar canciones y libertad. Y horas y horas sin relojes.

 He aprendido que no sé casi nada de muchas cosas, pero hay un rinconcito del mundo del que sé mucho. En el que lo siento todo. Del que podría hablar, qué te diría yo, durante el resto de mi vida. Menos mal que es exactamente lo que pienso hacer.

Y tú, ¿qué has aprendido esta semana?