viernes, 26 de noviembre de 2010

Brindemos.


Brindo por negártelo todo, por un firme y rotundo NO general! que sólo confirme que asentiría por ti hasta romperme el cuello. Porque resulta que es verdad que, cuando una mujer dice no, significa .

Brindo por la violencia de género jugando a coche amarillo, porque los corredores de amarillo no valen!, porque los contenedores sí, por resarcirme de todas las veces que has tenido más reflejos que yo. Porque un mini amarillo antes era alegría; ahora, felicidad.

Brindo por el ñah, por el puh, por el maah, por el prrrr y porque contigo no hace falta hablar, si me lees la mente, los ojos, los labios y hasta la piel. Si sabes qué significa una respiración, para qué necesito las palabras.

Brindo por salir, beber, porque sea el rollo de siempre. Porque tendrás que emborracharme otra vez, pero ya sabes que tenemos algo pendiente. Robaré esas llaves.

Brindo por el sexo en la calle, en cualquier jardín, parque o parroquia. Porque el infierno, después de esto, es NADA. Que venga Satanás a quejarse, si se atreve, que yo ya no le tengo miedo a nada. Ni respeto.

Brindo por el número siete, que ya sabes que es mágico. ¿Nunca te he dicho que esto me huele muy bien?

Brindo por ti. Con un chute de tequila en vena.

Brindemos...



¡Golfa!

domingo, 21 de noviembre de 2010

Punto y coma.


Antes, cuando me pasaba algo tan enorme en la vida, me daba por llorar. Es que soy una llorona, ya lo sabéis. Pero ayer me dio por reírme. Porque tanta felicidad en una sola persona no puede ser buena. O sí... ¿no?

Porque sois once sorpresas como once soles. Porque diría que os voy a echar de menos, pero no voy a perder el contacto. Con vosotros, no. Lo prometo. Qué coño, lo juro.

GRACIAS. Gracias. Gracias de verdad. Por todo, por nada, por algunas cosas en general y por todo en particular.

Gracias.


Besos de hielo!

miércoles, 10 de noviembre de 2010

GIH11: Los auriculares

El otro día me di cuenta de que, nada más salir de casa, me colocaba la música y ahí fuera se quedaba el mundo, que yo tenía mi universo interior funcionando a ritmo de Extremo. Me importan tres pepinos las conversaciones de mi alrededor, los ruidos de la calle, la cadena de radio que ponga el conductor del autobus... Es que me da exactamente igual, vamos. Yo tengo mi musiquita, mi pensamientos, mi cosa interior intrínseca de todo ser humano, y al resto que le zurzan.

Y pensé, qué egoísmo por mis partes. Qué desinterés en mis coetáneos. Qué desapego por las personas, tú, que te dices gran humanista y todo ese royo que tan bien queda en un blog o delante de toda una clase de ciencias. Vergüenza debería darte, ¡vergüenza!

Así que cogí y, una mañana, me quité los auriculares. Apagué el i-pod y escuché atentamente a la gente de mi alrededor, a ver qué tenían que decir. A ver qué captaba de las vidas ajenas.

¿Sabéis qué?

Que me aburrí como en mi vida.

La gente del autobús puede tener comportamientos extraños, puede ser graciosa a veces, puede levantarte el ánimo -o hundírtelo completamente- en un día determinado. Pero, en general, es aburrida. Por eso se inventaron los reproductores portátiles y los auriculares. Puede sonar horrible, ¿verdad? La gente es aburrida, por eso se inventaron aparatos que nos cierran los oídos y nos convierten en islas.

Pero esto, amigos míos, es la más pura verdad.

Besos de hielo!

lunes, 1 de noviembre de 2010

Arrasa con lo que veas...

Y generoso no seas.


No soy honesto. Y de un hombre que no es honesto sólo se puede esperar que no sea honesto. Honestamente, es con los honestos con los que hay que tener ciudado, porque nunca se puede prever cuándo harán algo extraordinariamente... absurdo.


Vamos allá donde queremos, en eso consiste una embarcación, ya sabes... pero una nave no es solo una quilla, un casco, una cubierta y unas velas; lo que es una nave, lo que la Perla Negra representa, es la libertad.


Porque representa la libertad. Y la locura, la sinceridad, la sinvergonzonería más descarada.

A donde tú nos guíes, capitán.