lunes, 22 de marzo de 2010

Esa gente del Metro


1. Una chica escucha música en un MP3 viejo, cuyas piezas se mantienen unidas por cuatro vueltas de celo roñoso. Mirando la pantalla apagada del aparato, lleva el ritmo con la cabeza. De pronto, sonríe, se ilumina, levanta el MP3 y lo mira como si le hubiese echado un piropo. Y se ríe.

2. Una chica sube las escaleras "analógicas" de dos en dos, mientras el resto la miran desde las mecánicas. Al llegar fuera, se acerca a un chico que la espera. Van a darse dos besos, dudan, se ruborizan. De repente, ella le planta un beso en la boca y, antes de poder alejarse, él la rodea con sus brazos.

3. Una anciana se levanta y se dirige a la puerta. De pronto, el tren se detiene bruscamente al entrar en la estación, y la mujer se tambalea, a punto de caer. Un hombre de unos cuarenta la sostiene, y ella le sonríe y le da las gracias. Luego, le acaricia la mejilla suavemente y sale del vagón.

4. Una chica apoya la cabeza en el hombro de un chico, con cara de cansancio y pena. De pronto, saca el móvil del bolsillo y mira la pantalla, leyendo un mensaje. Y se echa a reír y a llorar. A la vez.

5. Dos chicos, sin ni siquiera mirarse, chocan las manos cuando uno entra y otro sale del vagón. Sin más.

6. Una chica sale del vagón con cara de despiste, casi corriendo. Justo cuando suena la sirena de "Prohibido entrar o salir", vuelve a entrar. A la parada siguiente, hace lo mismo. Y a la siguiente. A la cuarta, va la vencida y no la vuelvo a ver.

7. Un niño, de pronto, se suelta de la mano de su madre y serpentea entre la gente que llena el vagón, corriendo en desesperada huida. Su madre le persigue, sin querer gritar, pero con la angustia pintada en los ojos. Tan repentinamente como se ha soltado, el niño de para y vuelve con ella. Se bajan en la parada siguiente, fuertemente cogidos de la mano.

8. Dos chicas, sentadas en el suelo contra la puerta, ríen a carcajadas. Poco a poco, van reduciendo las risas, hasta que, con un suspiro de cansancio, juntan sus frentes y cierran los ojos. Cuando llegamos a la siguiente parada, ya se han dormido.

9. Un chico se asoma por la puerta al llegar a la estación y comienza a llamar a gritos a alguien, haciendo gestos para que le vea. Justo cuando suena la sirena, otro chico salta dentro del vagón, y ambos se abrazan, riendo.

10. Una chica repasa sus apuntes. Para delante, para atrás, susurra algo, para delante, para atrás, para delante otra vez... De pronto, grita con frustración y tira las hojas, que se esparcen por el suelo del vagón. Sin mirarlas una sola vez más, se baja en esa estación. Sus folios quedan en el suelo, sin que nadie quiera recogerlos.

11. Un chico se agarra con las dos manos a la barra central del vagón, apoya la cabeza y cierra los ojos. A las tres paradas, empieza a roncar. Siete paradas después se endereza, se coloca la cazadora y sale por la puerta, como si nada hubiese pasado.

12. Una chica se pone Marea en el i-pod a todo volumen, y observa. Mira, curiosea las vidas ajenas, las recuerda.

domingo, 14 de marzo de 2010

Perderme

Y me perdí en un bosque de silencio y de no saber, de querer y no poder, y de poder también.

Y me perdí en un mar de recuerdos, que me ahogo, que no floto, que no me acuerdo de cómo nadar. Y me rescatas, y entonces me convierto en gota que salta alegre sobre las olas.

Y me perdí en una bruma de olvidarte, de olvidarme, de olvidarnos a los dos y no conseguir romper el hilo que nos unía. Porque, aún así, me acordaba.

Y dejé que me hablasen al oído. Que me susurrasen que me querían igual, que renegaba de él, que lo dejaba, que renunciaba y le tiraba la toalla a la cara. Que le negaba y, aún así, no se olvidaba de mí. Que estaba allí conmigo, que no me dejaría caer.

Y me volví a perder en tus ojos y en tu risa, en tus manos, en tu voz pintando graffitis en el cielo. En el recuerdo de mil noches interminables, de días igualmente largos, de sueños y esperanzas formando un mosaico. Y cada día una tesela, que forma un caminito de baldosas amarillas hacia Neverland...

Y me perdí en mi camino hacia Wonderland, porque se alejó demasiado el Conejo de la Suerte (ha salido esta mañana, a la hora de dormir... Chimpún, ¡ya está aquí!) y me comí la galleta para hacerme más pequeña, tan tan tan pequeña...

Me he perdido en el monte este fin de semana. Y entre hielo y cristal, entre lija y terciopelo y risas, muchas risas, os he descubierto de nuevo. Gracias. A los que estábais, y a los que no.

Besos de hielo!