martes, 29 de enero de 2019

Cambios


–¿Ya está dentro?

–Si quisieras podrías hacerte con el mundo, pero tú has venido aquí a pasarla bien. A hacer lo que te dé la santísima gana sin tener en cuenta lo que yo desee o…

–Sí, mi amor, pero céntrate un poquito.

–¿Qué pasa, que te desconcentro?

–Pues sí, la verdad. Bastante difícil es ya este asunto…

–Antes no te costaba nada. De novios, ¿te acuerdas? Fuera camiseta y hala, para arriba, para abajo, para adentro, por donde yo te pidiese. Y ahora mira cómo jadeas, que pareces un pimiento morrón… ¡Qué fatiga, Jorge, por Dios!

–La edad hace estragos en todo, hasta en estas cosas… En estas cosas más, diría yo.

–Mira, vamos a dejar de hablar y acaba ya, porque esto es deprimente.

–Eras tú la que quería hacerlo hoy, Isabel, y era hoy sin falta, así que no te quejes.

–Es que, si no, hay que esperar otro mes… Pero vamos, que creía que esto lo queríamos los dos.

–A ver, amor, espera que me coloco de otra manera… Pon la mano ahí y el pie por detrás, a ver si así…

–Pero contéstame, ¿es que ya no quieres lo mismo que yo?

–Solo un pelín, cariño, dame un minuto…

–¿Te he puesto demasiada presión para dar este paso? ¿Qué preferirías, seguir siendo un veinteañero jugando al FIFA en calzoncillos? ¿Te asusta la responsabilidad, es eso?

–O empujo o te contesto, pero a mí no me da para hacer las dos cosas.

–Todavía estamos a tiempo de dejarlo, ¿eh? Si tan mal lo estás pasando…

–No, no, ahora ya no me dejes así… Tú abre, abre, que yo ya…

–Tú ya, ¿qué? ¿Y yo? Lo que yo decía, a pasarla bien y yo, a poner la cama.

–La cama, las mesillas, la cuna… Solo falta esto, mi vida, solo esto, aguanta que ya acabo.

–Mira, ya está. Deja el puto sofá en el suelo y mañana vendrá mi padre a desmontar la puerta y meterlo en el salón… Que ni en esto me das una alegría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario