sábado, 14 de febrero de 2015

Como perros

Los perros son animales muy tontos.

Casi todos los perros que conozco se mueren por probar el chocolate, te miran con esos ojos grandes y esa carita de pena y te piden que les des un trocito. Y tú, que sabes que se pueden quedar ciegos y que es lo peor que podría pasarles, no les das el bombón. Podrías explicarles por qué les estás negando eso que tiene tan buena pinta y que tú estás comiéndote con todo el gusto, pero no van a tener la amplitud de miras suficiente para comprenderlo. Así que siguen pidiendo, y tú negando, y ellos lloran y se enfadan y te tiran de los cordones de las zapatillas porque quieren un bombón.

Y me pregunto cuántas veces habré sido yo como un perro, ladrándole a la vida para que me dé esa oportunidad, ese día, ese viaje, ese cambio que tanto quiero. Míralo, qué buena pinta tiene, mira cómo otras personas lo están disfrutando. Dámelo, dámelo, dámelo. Lo quiero. Y la vida, el Jefe, me mirarán con lástima, pensado "pobrecita, no sabe que ahora no toca. Que todavía no. Que esto no le conviene. Que le esperan cosas mejores".

Somos demasiado pequeños, estamos demasiado ciegos, para comprender el gran esquema de las cosas. Para comprender por qué esto no. Así que tendremos que fiarnos de que el Jefe sabe qué nos viene mejor. Aunque cueste. Que al fin y al cabo, si el perro es el mejor amigo del hombre... Habrá que fiarse.


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