sábado, 24 de abril de 2010

San Jordi

Ayer fue el día del libro. No me regalaron un libro, pero sí una rosa. Por eso os felicito San Jordi, y no el día del libro.

Ayer fue un día raro. Fue un día para estar al borde de las lágrimas, para acostarme a las tantas porque no quería soñar, para escribir con el corazón y no con las manos, para dormir sola y sentirme diminuta en este mundo tan grande, para sentir el cordón de energía que me une con tanta gente.

Fue un día de andar en automático, porque si me ponía a pensar o a sentir me rompería entera. Y no debería decirlo así, porque igual que me destrozas me reparas y siempre haces lo mismo, así que en realidad no duele tanto como debería, pero... Pero duele igual. Y siento que sufras porque sufro. Yo también sufro porque sufres porque sufro. Y ya estamos otra vez en este círculo vicioso nuestro que nos encanta, jugando a matarnos y a recoger los jirones de alma del suelo.

Fue un día de necesitar un abrazo, un beso, un todo va a salir bien y un olvida lo de ayer. Vamos a empezar de nuevo.

Fue un día de dormirme por las esquinas porque no pude dormir, y lo que dormí lo hice soñando contigo. Y así no hay quien descanse.

Fue un día de arrepentirme de todo y de nada, de plantarle cara a las señales que me decían que me había equivocado y lo había hecho todo mal.

Fue un viernes muy raro. Aunque más surrealista fue el jueves.

Feliz San Jordi atrasado ;)

1 comentario:

  1. Los viernes son surrealistas, no puedes evitarlo ;)

    ANIMO MUCHACHA. Nada va mal para siempre :)

    ResponderEliminar