martes, 19 de marzo de 2019

Mi papá

El otro día, Irene G. Lenguas subió a su instagram algunas fotos de sus materiales de dibujo, y entre ellos un pincel que había sido de su papá. Y dijo que su papá dibuja mucho mejor que ella. Personalmente no puedo elegir, porque les quiero y admiro a los dos, y su estilo es tan distinto que no se pueden comparar. Pero me hizo pensar que Javi también es de esos papás que se convierte en quien necesitan sus hijos que sea, y que les ha dado todo lo que tiene y todo lo que es, para que ellos hagan con eso lo que puedan. O quieran.

Eso es mi papá. Nos lo ha dado todo. A mí, ya os lo conté hace tiempo, me ha regalado la literatura y el arte, los viajes, la música, la mitad de lo que soy y la mitad de lo que tengo. O más. Pero me ha dado muchas más cosas que no son materiales ni cuantificables, ni siquiera demasiado describibles. Nos ha dado, a los tres, una manera de ser y de existir en el mundo.

Hace un tiempo, un amigo me dijo que se notaba quiénes eran "las Velayos", hablando de mis sobrinas en un campamento. Las Velayos Clemente y las Velayos Simarro, que en teoría no habían sido criadas por los  mismos padres. Pero habían tenido el mismo abuelo, que les había contado sus cuentos y cantado sus cancioncitas y convertido San Vicente de Arévalo en un lugar más mágico que Macondo, el mismo abuelo que siempre está disponible para un traslado en coche, el préstamo de una cámara, una discusión a primera hora de la mañana o para explicarte el sujeto y el predicado. El mismo abuelo que había criado a su padre o a su madre y les había enseñado a disfrutar.

Porque mi padre disfruta. Mucho. Disfruta de la comida, de comerla y cocinarla; disfruta de la naturaleza y del pueblo, de los edificios más modernos de las grandes ciudades, de la historia grande y de la intrahistoria, de la cultura chiquita del arado y los mochuelos y de la cultura grande que habita en los museos. Mi padre disfrutaba de su trabajo y tenía una ética laboral impecable que, afortunadamente, nos ha sabido transmitir, pero también disfruta de sus vacaciones y de su jubilación.

Mi padre disfruta estando solo en su despacho, leyendo y estudiando, aprendiendo de la misma forma voraz que cuando tenía veinte años, o eso me cuentan. Pero también disfruta cuando nos juntamos todos y hablamos a la vez y nadie se entera de las conversaciones y discutimos sobre todo, porque mi padre disfruta también de llevar la contraria y de cuestionarlo todo.

Mi padre nos ha hecho ver el mundo como un lugar lleno de belleza y de posibilidades, un lugar infinito que nunca vamos a poder abarcar, y lo ha hecho sin convertirnos en edonistas, sino inculcándonos la responsabilidad y el respeto que conlleva saber que esta Tierra, esta gente, este arte que tenemos es un tesoro.

Si escribiese algo así todos los años, no acabaría de hablar de mi papá. Así de grande es. Al fin y al cabo, es el hombre de mi vida

Feliz día, papá. Sigamos disfrutando.


4 comentarios:

  1. Unas palabras fantásticas para una estupenda persona que tanto nos transmite a todos y de la que, como hija, has aprendido y disfrutado y continúas haciéndolo.
    Y esos Velayos¡cuanta unión y fuerza
    Y en lo que a nosotros respecta gracias por tu cariñoso recuerdo
    Un abrazo grande
    Javi

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  2. Había escrito un comentario...
    ...y no ha salido!

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  3. Venía a decir:

    Me quito el sombrero ante tanto derroche de amor y tal forma de narrarlo.

    Me sumo a la narración y doy fe hasta donde yo sé de la veracidad y precisión de la misma.

    Me vuelvo a quitar el sombrero y con palabra de John COLTRANE quiero añadir:
    "Olé"

    Un abrazo muy fuerte!

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