jueves, 19 de enero de 2012

Predicciones (no tan) absurdas.

Me duele estar viva. Me duele cada segundo que se derrama sobre nosotros, cada momento que se desliza por los límites de la conciencia y se nos escapa. Creo que he vivido todo lo que tenía asignado,  que he consumido mi felicidad demasiado rápido, con ansia, y ahora ya no queda nada. La he quemado en tu sudor. Me duele la luz del sol y ver que se hace de noche, porque se me ha olvidado otra vez vivir el día. Me duele respirar, dejar que el mundo entero me entre hasta el fondo de los pulmones y no saber a qué sabe y tener que dejar escapar el aire en sollozos y en suspiros. Me duelen los sueños, porque siempre parecen más vívidos y mejores que esta realidad que me ahoga.
Me duele el futuro que se nos echa encima, que nos devora el presente sin que nos demos cuenta. Dentro de poco serás pasado y no sabré qué fue de tus labios. Y reharé todos los recuerdos hasta que no sean más que fotos quemadas y me reduciré a las lágrimas no derramadas. Todo lo que lloré se ha ido también y sólo quedan regueros secos en la arena de mis mejillas.
Me deshago, me disuelvo, me pierdo como las motas de polvo que bailan en el haz de luz de mi ventana. Me encojo, arrugo y desaparezco. Tengo los huesos de cristal y sólo dieciocho años corriendo por las venas. Soy un cable pelado y suelto chispas que te espantan. Sé que sabes que yo ya no sé nada. No existen seguridades.
Y un así tengo la absoluta y desgarradora certeza de que nos acabamos y la culpa es mía. No es culpa de nadie que seamos tan diferentes, pero mía es la angustia por lo que se aproxima, míos los pasos que tropiezan por no mirar por dónde voy. Carpe, Carpe, Carpe Noctem. Palabras que se quedan pegadas en la lengua y se estampan en la pared de mis dientes, sin llegar al corazón. ¿Qué hago? ¿Qué quieres que haga? Siempre has sido más listo que yo. Dime qué tengo que hacer para ganarle la carrera al miedo y retrasar mi muerte unos días.
Quiero imaginarme tu ausencia con el horror debido, con la congoja que la vida sin ti me produce. Pero ahora llega la duda. Quizá sea lo mejor… Entonces sí lloro. No porque te vayas, sino porque a lo mejor me da igual. Pero te echo de menos, te añoro tanto que me sangra el alma. No sé lo que quiero, y recurro al único consuelo que no precisa palabras. Señor, hágase en mí según tu voluntad. Pero, si es posible, aparta de mí este cáliz. Vivo mirando al cielo con estos desgraciados pies míos anclados a la tierra.
Ayer soñé que volaba una cometa. Era verde y negra, brillante, rapidísima, hermosa. Surcaba el cielo y el viento la acariciaba y arrancaba de la seda el sonido de tu risa. Yo la miraba, maravillada, y dejaba que siguiese su voluntad, porque era imposible dirigirla. Una vez lo intenté, como vi hacer a otros, pero me corté. Mi cometa era distinta: nunca me obedecería. Y, de pronto, cambió el viento y la cometa comenzó a tironear de la cuerda en mis manos, con insistencia. Yo la miré, impotente, desde el suelo. Nunca nadie me había enseñado a volar. Al final, abrí los dedos, despacio, y dejé que la cometa y la vida se me fuesen. Desperté vacía.
Mi alma se pasa el día gritándome, porque ya no sé quererte. Y aun así te quiero. Te quiero, te quiero, te quiero. ¿Me oyes? ¿Significan todavía algo mis palabras? Quiéreme, por favor. Prometiste que seríamos eternos; seámoslo. Cántame una canción, escríbeme un poema, escríbeme mil. Tengamos un hijo. Signifiquemos algo para el resto. Quiero recuerdos inolvidables para cuando estemos muertos. Y, sin embargo, nuestro final feliz para siempre es el único que puedo escribir. No quiero un punto final, quiero infinitos puntos suspensivos.
Bésame hasta que me rompas la boca. Mézclate con mi piel, huéleme. ¿Qué postre crees que seré hoy? Vamos, dímelo. Recorre una vez más las líneas de mi espalda y déjame ser de nuevo todo dulzuras. Para los golpes, detén el sarcasmo y bésame. Muérdeme los labios, maldita sea. Arráncame de una vez el alma y la ropa, acaba con esta lenta agonía. Mátame, por favor. Porque, aunque ya no sé quererte, te quiero.

2 comentarios:

  1. Es superbonito, chicadragón. Espero que no sea lo que sientes, porque sino, voy a tener que rezar por ti ;)

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  2. Jooo, es tan desesperado y a la vez tan poético... Me encanta.

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