lunes, 2 de enero de 2012

2011

El año más largo de mi vida. Porque pasaron tantas cosas, que ya no me acuerdo cómo era antes. Cómo me sentía ni por qué. Este año, lo digo en serio, soy una persona nueva.

Porque no me acuerdo cómo era antes de Selectividad, antes de toda esa presión por "el examen más importante y más chorra de tu vida". Cómo era pasear por los pasillos del instituto cuando era mío y no como una extraña, cómo se ponía poker face en clase de lengua. No sé cómo era antes de asociar el latín a la poesía. No sé cómo pude vivir antes de dar una clase de Historia del Arte.

No me acuerdo cómo era antes de pasar una semana en Benidorm, porque ahora todo me recuerda a ellas.

No me acuerdo cómo era antes de coger un coche y frustrarme y frustrarme y frustrarme. Tres veces ya. Pero, aun así, me encanta conducir.

No me acuerdo de cómo era antes de hablar italiano. Perchè è la la lingua più bella dil mondo.

No me acuerdo de cómo era antes de ir a la facultad. De la hora de viaje, de nadar a las diez de la mañana y después irte a clase, de Mariano de la Campa y Luis Eguren y los trabajos de léxico. De que me gusten todas y cada una de mis asignaturas. De que todos los días sean buenos.

No me acuerdo de cómo eran los campamentos antes de ser monitora. No me acuerdo de cómo era veros todos los domingos, al completo. De teneros ahí siempre.

No me acuerdo de cómo eran las calles antes de los coches amarillos. Ni de cómo se veía una peli sin palomitas. Ni sin ti.

No me acuerdo de cómo era antes de que Harry Potter se acabase, ya del todo. Que no hay nada nuevo por salir, ninguna fecha marcada en el calendario con meses de adelanto. Diez años cerrados, y aún me acuerdo de cuando leía La Cámara de los Secretos a escondidas por la noche.

No me acuerdo de cómo era antes de ver a Kutxi Romero en directo. Y eso que fue hace dos días. Estaré más guapa cada día, pero tengo la memoria endeble.

No me acuerdo de cómo era mi vida antes de saber que te ibas. Más fácil, seguramente. Menos trágica. Pero no pasa nada. A lo mejor, con esta memoria que tengo, se me olvida de cómo era cuando estabas aquí y me acostumbro a tu ausencia. Seguramente, no. Pero hay que sobrevivir de alguna manera.

Brindo, entonces, por el DosMilOnce.

Y a Dios le pido que en el DosMilDoce pasen tantas cosas, que se me olvide cómo era yo antes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario