En inglés existe una expresión que antes me gustaba mucho. Guilty pleasure. Placeres culpables. Aquellas cosas que son de baja calidad, que se consumen a escondidas y con algo de vergüenza, porque uno sabe que están por debajo de su refinamiento y capacidad intelectual.
Los best sellers. Las comedias románticas. Las revistas de cotilleo. El número uno de los 40 principales. La comida rápida. La parte más popular y denostada de la cultura, la gastronomía y el arte. La que ciertamente no estimula ni el intelecto ni el buen gusto, sino los placeres más primitivos, los que te hacen chuparte los dedos cubiertos de grasa y juzgar a desconocidos por su celulitis en el último posado playero.
Hace un tiempo que decidí que yo no iba a tener ninguno de estos placeres. Porque cualquier cosa que me produzca placer, y que no haga daño a nadie, no debería acompañarse de culpa. No voy a disculparme por disfrutar de las películas de Marvel, de ciertas comedias románticas, de los musicales o las patatas del McDonald's. Me encantan. Me hacen feliz.

Quien confunda su gusto personal con la calidad de lo que consume mezcla dos conceptos muy distintos, pero quien no sepa disfrutar de algo que sabe que no tiene una gran calidad se está perdiendo muchas cosas. Y yo me alegro infinitamente de que mi capacidad de análisis, mi formación y mi espíritu crítico no me impida disfrutar, y no sentirme en absoluto culpable, de una tarde viendo musicales.
No permitáis que el placer se convierta en culpa.
PD: Del hecho de que la mayoría de placeres culpables sean elementos de la cultura considerados tradicionalmente "femeninos" como la música pop, la prensa rosa, las novelas románticas o los culebrones, hablaremos en otro momento. Porque no todo va a ser derrotar al patriarcado; a veces, hay que comerse una hamburguesa.
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