sábado, 20 de junio de 2015

Selfies de la semana

Esta semana no va a haber selfies. A lo mejor no vuelve a haberlos nunca. No los habrá en el blog, de eso estoy casi segura, aunque espero que sí los haya en mi Instagram, en mi móvil, en mi vida. Pero un mes después, doy por acabado el proyecto y, como ya os contaba, no me gusta acabar las cosas y no examinarlas. Así que allá vamos.

Ha sido un mes interesante.

No quería que todas las fotos fueran simplemente un primer plano de mi cara, así que he tenido que pensar qué iba a hacer ese día, qué iba a enseñarle al mundo de aquellas 24 horas que valiese la pena enseñar. Y a lo mejor es porque estaba ya casi de vacaciones y no me he pasado el día en la facultad y en la biblioteca, o puede que al verme obligada a pensar algo único de aquel día lo haya acabado encontrando, pero a lo mejor y solo a lo mejor, cada día de este mes ha valido la pena. Cada día del último mes ha tenido un momento, una emoción, una fotografía que, en mi opinión, valía la pena enseñar. Para una persona que se ve habitualmente sumergida en el caos, en la prisa y la rutina, tener un recordatorio visual de que cada día es único -no necesariamente bueno o alegre o memorable, pero sí diferente de todos los demás- es muy importante. Solo por eso, ha valido la pena.

Pero además, he aprendido muchas cosas de mí. He aprendido que puedo hacer fotos bonitas, interesantes, divertidas, aunque no me sienta en mi mejor momento, aunque tenga uno de esos días en los que el pelo se rebela y tienes los ojos hinchados y las ojeras por los pies. Porque lo importante, surprise surprise, no es mi aspecto sino el sentimiento que intente transmitir. No es que no lo supiese antes pero, una vez más, una prueba física y palpable de esa afirmación que mi consciente ya aceptaba ayuda a que mi subconsciente lo asimile también.

Por otra parte, este proyecto ha coincidido con mi viaje a Bélgica y Holanda. Sí, ha sido maravilloso, pero ya hablaré de eso. O no. El caso es que me fui de viaje con mi amiga Conchi, es el tercero que hacemos ya. Pero siempre nos vamos las dos solas y, por la razón que sea, ninguna de las dos éramos particularmente partidarias de hacernos fotos, así que tenemos más bien pocas fotos juntas. Pero con la tontería de la foto del día, hemos acabado haciéndonos bastantes fotos: selfies, la una a la otra, pidiéndoselas a desgraciados viandantes... Posiblemente sea el primer viaje en el que hay más fotos de nosotras que del paisaje. Y ella le ha cogido el gustillo a esto de ponerse delante de la cámara, aunque sea para conformar a la loca de su amiga. 

Este proyecto no solo me ha afectado a mí, en definitiva. No solo ha cambiado la perspectiva de Conchi, pero ha hecho que varias personas me pregunten por qué estaba haciendo lo de #UnSelfieAlDía, bien porque no habían leído el blog, bien porque no lo acababan de entender, llevándome a unas cuantas conversaciones interesantes sobre autoestima, sexualización de la mujer, capitalización de la imagen distorsionada que muchas tenemos de nosotras mismas, etc. que he disfrutado mucho.

En definitiva: doy por finalizado el proyecto, no con alivio, sino incluso con un poco de pena. Me gustaba la motivación de pensar qué quería compartir ese día con el mundo, la motivación para retratarme a mí misma, la motivación para cuestionar una vez al día mis motivos para iniciar este proyecto. Quizá lo recupere. Quién sabe.

Por el momento... Más proyectos nos esperan. Próximamente en sus mejores blogs.

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