Ayer, jueves, terminé un curso en el Instituto Cervantes sobre construcción de novela. Unas clases más interesantes que otras, algunas sencillamente emocionantes, pero en general útil para lo mismo que todos los demás: para proporcionarte un montón de teoría y de técnicas, de cosas que se deben y no se deben hacer, para obligarte a reflexionar y para darle un nuevo empujón a la vocación escritora que cada uno lleve dentro. Pero lo mejor de los cursos y los talleres literarios es que, al final, toda esa teoría solo importa si sigues escribiendo y, sobre todo, que puedes hacer cualquier cosa si funciona.
Pero ayer también me dieron los ejercicios que vamos a tener que hacer en la asignatura de Escritura Creativa. Y, vaya por Dios, esta profesora dice todo lo contrario: que no todo vale en la literatura. Que hay cosas que sí, y muchas más cosas que no. Y que muy poca gente sabe escribir y mejor sería que se dedicase a otra cosa. Su lista de ejercicios dice exactamente eso: no sabéis describir como los clásicos, no sabéis hacer sonetos como los clásicos, no sabéis hacer diálogos clásicos, no sabéis escribir como debe hacerse. Pero no os preocupéis, que yo os voy a enseñar.
A mí esa actitud me mata la alegría de escribir. Me planto ante esos trece ejercicios obligatorios, que no solo tienen instrucciones muy concretas, sino que sé que van a ser corregidos de una manera muy intolerante, y me entran ganas de no coger un boli hasta que acabe el curso. Pero, como os he dicho, son obligatorios. Y además, no pienso dejar de escribir porque haya gente muy loca en mi facultad. Faltaría más. Así pues, os propongo un reto.
Cada jueves, yo tengo que llevar uno de los ejercicios y los comentaremos en clase. Ese día (o en los siguientes, si la vida me come) colgaré aquí mi ejercicio y el enunciado de la semana que viene. Si queréis acompañarme, si os inspira o si os apetece darle en las narices a mi profesora, podéis escribir vosotros también. Colgadlo en los comentarios, colgadlo en vuestro propio blog y enlazadlo. O guardadlo en un cajón donde nadie pueda verlo, cada uno con sus preferencias. Al fin y al cabo, esto es solo para compartir este ejercicio frustrante y, con un poco de suerte, hacérmelo más ameno.
Así pues, comenzamos.
1) Descripción de un objeto: elementos formales. (Sugerencia: un cuadro)
Suerte.