martes, 24 de mayo de 2011

Días y días.

Hay días que justifican las pellas, el no estudiar, el llegar tarde, el darse prisa. Hay días que lo justifican todo, porque son muy grandes.

Hay días que no deberían ni haber empezado. Días que machacan, que te oprimen la garganta y te dan ganas de llorar, que empiezan fastidiando, siguen fastidiando y que acaban estallándote en la cara, porque esto no hay quien lo arregle.

Si lo sé, hoy no me levanto de la cama.







El lunes cuesta; el martes, imposible sin tu voz.

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