domingo, 31 de enero de 2010

Frío

Me acurruco en el sofá y me cubro con la manta, y tomo un sorbo cuidadoso de chocolate demasiado amargo.

Y es entonces cuando te echo de menos y la soledad me cala los huesos. Porque me sigo encogiendo y dejándote un hueco, como si fueses a volver. Como si el silencio fuese a llenarse otra vez. Como si tú no fueses el continuo Carpe Diem ni yo el eterno Perdona, pero no olvides.

Como si no hubiésemos gastado todos los besos, como si no supiese que hemos agotado nuestros recursos y la energía que había entre nosotros ya no volverá a iluminar la ciudad.

Ahora Madrid y yo estamos a oscuras, sin la chispa que encendías, sin la llamita titilante de tus velas y ese maldito olor a incienso que tenías...

Y me tapo un poco más porque, aunque tú me has dejado sola, el frío no se ha ido y todavía queda mucho invierno.

1 comentario:

  1. Madrid y tú tenéis miedo. Odio tener miedo, tanto miedo que me muero...

    ResponderEliminar