miércoles, 1 de abril de 2015

1 Descripción de un objeto

Es un coche pequeño y viejo, sin suficientes años encima como para poder aplicarle el honroso calificativo de antiguo. Su maletero plano y sus ruedas duras, airosas, le convierten en el perfecto vehículo de ciudad. Arranca sin fallo con un ronroneo contento y se desliza por el tráfico sin dejarse avasallar por carrocerías más brillantes ni motores de una potencia que ni en sus mejores años hubiese podido alcanzar. La pintura plateada está ensombrecida por una pátina de polvo que ningún lavado podría eliminar y solo las luces blancas de marcha atrás consiguen atravesar la capa de suciedad vetusta que se incrusta en los faros. Una línea apenas perceptible recorre el lateral izquierdo, cicatrices de la última persona que aprendió a aparcar con él, y en el lateral derecho manchurrones blancos que se irán comiendo la pintura. En su interior los asientos, a los que hay que encaramarse en lugar de dejarse caer, están veteados de migas de galleta y otros restos de meriendas antiguas, de aquellos tiempos en que la vuelta del colegio lo llenaba de risas y anécdotas. En el hueco debajo del freno de mano, en lugar de llaves o monedas, una bombilla fundida de origen desconocido y una crema de manos que nadie ha utilizado en tres años. También olvidan su utilidad los pañuelos de la guantera, en su caja de cartón todavía sin abrir, o los botones que a ambos lados del volante activan el claxon, tan duros que aunque se intentase pulsarlos a duras penas responderían. Y en pocos días, cuando empiece la primavera, se cubrirá de polen pegajoso de tanto dormir en la calle.


Ya, ya sé que este ya lo he subido. Pero dado que por fin esta señora nos dijo qué quería de nosotros, lo he tenido que repetir ajustándome un poco más (creo) a sus requerimientos, y aquí está. Supongo que hay gente que sabrá cómo se titula...

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