sábado, 27 de diciembre de 2014

Por favor

Se van muriendo uno tras otro 
como en las películas de náufragos 
o de aviones estrellados en neveros incógnitos. 

 Sucumbió el portero de fútbol catequístico 
y el bailarín de valses bajo la luz periódica de un faro 

 y el estudiante que sueña 
un verano arqueológico en Egipto 

 y el insensato que sufre por unos ojos
 que eran una sucursal del Cantábrico

 y el posible profesor de español en Colorado. 

 Ahora está agonizando -es evidente- el aspirante a gran 
poeta 
y no vivirá mucho el montañero que conoce por sus 
nombres todas las aguas de Belagua y Zuriza. 

 No sé cuáles serán los supervivientes definitivos, 
los miguel d′ors que lleguen a la última secuencia 
-que según los antiguos es el paso de un río-, 
pero le pido al Cielo que en aquel grupo esté, por favor, 
el muchacho que una tarde, 
mirándote mirar el escaparate de la librería Quera 
en la calle Petritxol de Barcelona, 
empieza a enamorarse de ti como un idiota.

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