sábado, 5 de julio de 2014

Día 2: El rapto de Gabriel

He renunciado a hacer planes firmes. Normalmente la vida, el destino, la casualidad (en la que no creo) llegan y te los desordenan y, sin ninguna consideración por el trabajo que has puesto en ellos, los tiran a la basura. He renunciado a decir "voy a hacer" y en cambio digo "quiero hacer". He renunciado a los planes y me he aferrado a los sueños. Porque si lanzas un deseo al universo, quizá alguien te oiga y te conteste. Y a lo mejor hasta se haga realidad.

He renunciado a mis propios planes, porque los Suyos son mucho más importantes. Llaman a tu puerta, como una visita no planeada, y te anuncian: vas a ser tía. Vas a ser escritora. Vas a ser catequista. Pero yo no quiero. Mala suerte. No sirve de nada decir que no, porque al final descubres que esos caminos inesperados son los que vale la pena recorrer.

Hay que negarse menos. Hay que perderse más.

Y, aunque sea solo por hoy, aunque sea solo una vez, hay que decir que .

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