Que vivo agobiá ya lo he dicho, ¿no?
Una de las cosas que más me agobian es el poco, poquísimo tiempo que se nos concede. Ya no para hacer las tareas, limpiar, comprar, llevar a las niñas al colegio y cumplir con tu trabajo. Que es poco, ojo. Pero hay incluso menos tiempo para aprender a cocinar platos nuevos, leer todos los libros imprescindibles, viajar a todos los sitios que vale la pena conocer, hablar con todas las personas que tienen una conversación interesante. Tenemos muy poco tiempo para todas esas cosas que no te puedes morir sin hacer. Y lo peor es que, aunque consiguieses hacerlas todas, aún te morirías sin haber hecho otras mil más.
En dos meses, he estado en la selva, he dormido a 4000m de altitud, he recorrido la Isla del Sol de norte a sur, he estado en las misiones jesuíticas de la Chiquitanía, he visto monos araña, árboles que andan, tucanes de colores imposibles, cincuenta especies distintas de mariposas. He conocido a las personas más extraordinarias que podáis imaginar. En dos meses he acumulado más vida que en los otros veinte años. Uno podría creer que estoy satisfecha.
Pero no. Porque cuanto más conozco, más consciente soy de lo poco que conozco. En el momento en el que tacho algo de mi "Bucket list", surgen otras veinte más.
Necesito como veinte vidas para hacerlo todo. Qué agobio.
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