martes, 28 de enero de 2014

Pasión

Tengo un profesor fantástico. Más de uno, a lo largo de la carrera, tampoco tantos, pero este en concreto... Este es fantástico.

Este hombre da las clases tan rápido que si parpadeas te lo pierdes. Este hombre es capaz de estar explicando durante diez minutos una teoría y emocionarse tanto con ella que no se da cuenta de que no tiene nada que ver con lo que estábamos hablando. Y nosotros estamos tan metidos en su explicación que no nos damos cuenta tampoco. Este hombre tiene que pararse a respirar cada quince frases porque se le olvida. Este hombre me recuerda, clase tras clase, por qué me encanta la sintaxis. Porque es misteriosa y compleja y en sólo tres palabras puede haber tanto significado oculto que parece mentira que hablemos tan así, sin pensarlo.

Este hombre debe de tener cuarenta o cincuenta años y le encanta lo que hace. Este hombre, a pesar de ser de lengua, es mi inspiración.

Si cuando llegue a los cincuenta me gusta lo que hago la mitad que a Luis Eguren, seré una persona afortunada.

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