Hace veinticuatro horas estaba de exámenes. La peor temporada de exámenes que he tenido nunca, si queréis saberlo. La más exigente, la que más segura estaba de que no llegaba a tiempo para todas las asignaturas. No me lo he pasado bien. Parecía que no iba a acabar nunca.
Pero ha acabado. Y, a falta de resultados, parece que ha acabado bien. Y ahora mismo, estoy en un avión -al que he llegado corriendo, en la última llamada, muy peliculero- y me voy a París. París, siempre París. Ha resultado ser una ciudad muy productiva. Necesitaba salir, y me voy.
Esto, más que para vosotros, es para mí. Una nota mental. Todo lo que parece que no va a acabar nunca... Acaba. Tanto lo bueno, como lo malo. Y eso siempre es un motivo para sonreír. Ya sabéis que soy firme defensora del cambio.
There's an east wind coming.
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