El año pasado, a estas alturas más o menos, me di cuenta de quién era yo gracias a mi padre. Este año, me he dado cuenta de quién es mi padre por mí.
Mi padre, sin un título que lo atestigüe, es más filólogo que muchos catedráticos que pululan por la facultad. Y como a muchos de esos Filólogos, así con mayúscula, escribir una tesis sobre gente que no solo está viva, sino que no tiene más de cincuenta años, le debe parecer la mayor mamarrachada a la que podría dedicarme. Pero él, sin mucha idea ni de literatura hispanoamericana, ni de cuento, ni de posmodernidad -aunque de esto, la verdad, nadie tiene mucha idea-, se lee todos mis trabajos y escucha todas mis locuras, y solo de vez en cuando me sigue ofreciendo un libro de Delibes o me recuerda que también Góngora existe.
Y hablando de Delibes, mi padre es de Castilla. De Ávila, Patrimonio de la Humanidad, para ser más exactos. Y le gusta la literatura de la estepa, del pueblo, esas grandes poesías, grandes novelas, que hablan en el fondo de toda la humanidad. Pero él se lee todos mis cuentos, mis relatos chiquitos de gente chiquita, que apenas describen nada porque solo quiero mirar, por el ojo de una cerradura, un instante dentro de una vida. Y, creo yo, hasta le gustan.
A mi padre no le entusiasma la comida italiana, a la asiática nunca la ha mirado con buenos ojos, pero el jueves me lleva a comer dumplings, porque tengo antojo. Y cuando vayamos a Rávena, acabará comiendo piadinas y bebiendo spritz, ya veréis.
A mi padre no le emociona Andrés, ni cree que tenga pelazo, pero me deja poner sus discos en el coche. Y tan de Castilla es, que con todas las ganas de viajar que tiene, no quiere ir a Estados Unidos. Pero estoy segura de que si alguna vez acabo viviendo en Nueva York, vendrá a verme.
Mi padre se hizo una autofoto conmigo, Ojocuidao.
Mi padre, en definitiva, es muy, muy padre. Y eso significa ser quien yo necesito que sea. Con mis hermanos no es el mismo, con mis sobrinas no es el mismo, ni con mi madre tampoco. Mi padre es, ni más ni menos, el padre que yo necesito que sea.
A todos los padres que son lo que sus hijos necesitan que sean, feliz 19 de marzo.
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