La gente te ha advertido que no te enamores. No les hagas caso. Enamórate, absoluta, arrebatadora, catastróficamente. Enamórate como si nunca te hubiesen hecho daño, como si no fuese peligroso. Deja que te rapten sus ojos, que te destroce su sonrisa, que una canción te ponga alas de cera. Arriésgate a volar tan cerca del sol que te precipites al abismo. Desafía a los dioses. Conviértete en uno de ellos.
Enamórate, no lo dudes. Quédate sin aire en los pulmones y sin sueño en las pestañas. Llénate las manos de su nada. Tampoco tú tienes mucho que ofrecerle, pero vacíate en sus dedos. Disfruta de ser mirada como la primera mujer que holló la tierra.
Enamórate, lo digo en serio. No permitas que el miedo te paralice, nunca vale la pena. Cómele la boca como si se os fuesen a acabar los besos, enrédate en su espalda, consumíos en el mismo fuego.
Enamórate y dale el poder de hacerte invisible solo con no mirarte. Confía en que no lo hará, pero no te arrepientas cuando pase. Enamórate y deja que su huracán te lleve por los aires. Enamórate sin fisuras y deja que sea él quien te rompa. Hazte entera de lágrimas, pero no llores por él. Desgárrate por dentro y por fuera, no recojas las esquirlas, deja que se esparzan por el suelo y, de rodillas, míralas brillar.
Ahora que ya no te mira, puedes ser humana de nuevo.
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