"Echo de menos el instituto. Hace unos años éramos más felices. Yo cada vez me siento más sola en general, por eso echo de menos el bachillerato. Ahí yo era feliz, la verdad. Me acuerdo de pensar y decirme a mí misma 'no cambiaría nada de mi vida'. Era feliz, tal cual".
A veces, oigo estas cosas y me da por pensar que quizá sí es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Que la vida solo va cuesta arriba, que cada vez se hace más difícil. Quizá debería haber disfrutado más de los años previos a Selectividad.
Pero, ¿la verdad? Esos momentos son muy, muy momentáneos. Y afortunadamente muy, muy pasajeros.
¿Todo tiempo pasado fue mejor? ¡Sigo sin creérmelo!
La vida va cuesta arriba, no lo niego. La vida cada vez es más difícil, más compleja y sí, a veces hasta más solitaria. Ya no basta con presentarse día a día al colegio y ver a tus amigas, y hacer los deberes y estudiar el día de antes y ser, en el buen sentido de la palabra, buena. Ahora hay que currar. Hay que estudiar desde el primer día, o desde antes si se puede, aunque qué alegría vivir en estos pronombres. Hay que pasar fines de semana enteros sola, para a la semana siguiente tener tres días seguidos de fiesta. Hay que tomar decisiones difíciles, decisiones dolorosas, decisiones que no por ser correctas van a ser lo mejor ni para ti, ni para el otro.
La vida cada vez es más difícil, cómo negarlo. Pero también más rica. Somos más mayores. Hemos visto más cosas. Hemos viajado más lejos. El año pasado estuve en la ciudad más alta del mundo, ¿quién dice que un día no mandaré postales desde Saturno? Han pasado los años y sabemos más cosas, de nosotras mismas y del mundo de ahí fuera. Por eso todo parece más complicado. En realidad, es solo el presente.
El pasado nos parece más fácil porque ya lo hemos superado. Este reto lo tenemos todavía entre las manos. Pero, qué queréis que os diga, es apasionante.
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