Hoy he pensado en ti, no sé por qué.
¿Cómo te va?
¿Quién te llama ahora? ¿A qué sabe tu nombre, a quién se le deslizan esas cuatro letras por la lengua? ¿Quién te besa?
Hoy me he acordado de ti, no sé por qué, y he salido a caminar.
La luna estaba creciente y yo llevaba tacones. Solo se oían, con una sirena de fondo, mis pasos. Qué difícil caminar sin un perro enredado en tus tobillos.
Hoy he pensado en ti, no sé por qué, y me he ido.
Y cuando he vuelto, la casa estaba a oscuras y sola, y he pensado qué pasaría si me esperase en la cama tu boca. Como aquellas veces.
Hoy me he acordado de ti, no sé por qué.
Y me ha salido una poesía, como siempre.
Y aunque me he acordado de ti sin saber por qué, me he dado cuenta de que ya no me acuerdo de tu risa. Era la risa más importante del mundo y ya no sé cómo sonaba. Tampoco me acuerdo de tu voz, ni de tus manos, ni de tu boca ni de tu espalda. Me he acordado de ti, no sé por qué, para darme cuenta de que ya no me acuerdo.
Y eso sí que es un cuento de miedo.
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