Ayer por la mañana, me llegaba la noticia: Wert pretende quitar las becas Erasmus. No las del año que viene, no: las de este año. Le pretende quitar la beca a mi amiga Conchi, que está en París; a mi amiga Ana, que está en Eslovenia; a la mitad de mi clase, que van a pasar este año repartidos por Europa. A mucha gente que, sin esa beca, deberían volverse a mitad de curso a España. Yo no estoy de Erasmus, pero me sentí personalmente atacada. Porque, una vez más, se recorta de donde no se debe y se siguen pagando cosas que claman al cielo. Y los que pagan el pato son, como siempre, los que menos deberían pagarlo. Yo no estoy de Erasmus ni pretendo estarlo, pero ayer a mí me quitaron algo.
Y viendo que en menos de 24 horas se han conseguido 201.286 firmas en contra de esta medida, quiero pensar que no sólo a mí y no sólo a los que ahora mismo están fuera, sino a muchas más personas. A esas mismas personas a las que les han recortado en sanidad, en educación, en justicia. Directa o indirectamente, porque esa ya no es la cuestión. La cuestión es el ataque generalizado que sufrimos, que por una parte o por otra nos van a dar palos, y si antes nos revolvíamos cuando nos dolía a nosotros, ahora nos movemos cuando le duele a los demás también.
Deberíamos estar orgullosos. De momento, Wert ha rectificado -que dicen que es de sabios, pero en este caso yo no me lo creo tanto- y este año se mantienen las ridículas aportaciones, que se llaman becas por no llamarse chistes mal contados, que da el gobierno. El que viene, no. Esa es la siguiente lucha.
Pero de momento, hemos ganado una batalla. Por la rapidez del triunfo, podríamos llamarla escaramuza. Pero no hay que tomarlo como algo menor. Porque hemos reaccionado y, por una vez, ha servido para algo. Y hemos reaccionado todos a una. No hace falta que os cuente qué paso en Fuenteovejuna...
Supongo que hacerse mayor es que en un día como hoy te apetezca más hablar de Wert que de Cernuda. Pero como no sólo de pan vive el hombre... Feliz aniversario.
Deberíamos estar orgullosos. De momento, Wert ha rectificado -que dicen que es de sabios, pero en este caso yo no me lo creo tanto- y este año se mantienen las ridículas aportaciones, que se llaman becas por no llamarse chistes mal contados, que da el gobierno. El que viene, no. Esa es la siguiente lucha.
Pero de momento, hemos ganado una batalla. Por la rapidez del triunfo, podríamos llamarla escaramuza. Pero no hay que tomarlo como algo menor. Porque hemos reaccionado y, por una vez, ha servido para algo. Y hemos reaccionado todos a una. No hace falta que os cuente qué paso en Fuenteovejuna...
Supongo que hacerse mayor es que en un día como hoy te apetezca más hablar de Wert que de Cernuda. Pero como no sólo de pan vive el hombre... Feliz aniversario.
No intentemos el amor nunca
Aquella noche el mar no tuvo sueño.
Cansado de contar,
siempre contar a tantas olas,
quiso vivir hacia lo lejos,
donde supiera alguien de su color amargo.
Con una voz insomne decía cosas vagas,
barcos entrelazados dulcemente
en un fondo de noche,
o cuerpos siempre pálidos, con su traje de olvido
viajando hacia nada.
Cantaba tempestades, estruendos desbocados
bajo cielos con sombra,
como la sombra misma,
como la sombra siempre
rencorosa de pájaros estrellas.
Su voz atravesando luces, lluvia, frío,
alcanzaba ciudades elevadas a nubes,
cielo Sereno, Colorado, Glaciar del infierno,
todas puras de nieve o de astros caídos
en sus manos de tierra.
Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades.
Allí su amor tan sólo era un pretexto vago
con sonrisa de antaño,
ignorado de todos.
Y con sueño de nuevo se volvió lentamente
adonde nadie
sabe de nadie.
Adonde acaba el mundo.
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