Nunca te dije lo mucho que llegué
a quererte, nano. Me dio pereza. Buscar las palabras, el momento, la mirada,
para ser sincero sin agobiarte… Nunca te dije hasta dónde llegaba mi amor por
ti. Tampoco te dije cuánto te odiaba. Te llevaste a la chica más guapa de la
clase y no viste mi cara de perro apaleado. Deberías haberte dado cuenta, nano,
pero siempre fuiste un poco corto. Por eso te quise tanto. Y ahora, no puedes
oírme, y te hablo. No me da ya pereza, nano, decirte que te he amado desde los
ocho años.
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