Como estudiante de la lengua, me han enseñado a conocer y respetar mi idioma, y me han inculcado el deber de usarlo con tanta precisión como me sea posible. Por ello, me parece indignante e indigno llamar a un escrache un acto de terrorismo, un acto violento, una situación que provoca miedo, estrés, angustia o impotencia.
Digo esto, ojo, desde el no estar de acuerdo con los escraches. Toda protesta pacífica y motivada por una causa justa merece mi respeto y admiración; pero también merece mi respeto la intimidad de una persona, su derecho a separar la vida privada de la profesional y, sobre todo, el derecho de su familia, de sus hijos, a vivir al margen de la vida pública de ese señor o señora que resulta que es ministro. Creo que un niño no tiene la culpa de las actividades de su padre y, por tanto, no merece cargar con las consecuencias de las mismas. Creo que protestas de este tipo ante cualquier institución pública son necesarias y deseables; pero el escrache por definición invade la vida privada de los políticos y, por eso, no estoy de acuerdo.
Pero tampoco estoy de acuerdo con el victimismo de los que los sufren, ni con sus palabras apocalípticas. Porque acto terrorista es el asesinato, la tortura, la extorsión, no la protesta por una causa justa, que clama al cielo; violencia es ser expulsado de tu casa con lo puesto, y que tus padres, que te avalaron, sean también echados a patadas; miedo es no saber hasta cuándo conservarás tu beca, tu trabajo, tu casa; estrés es saber que este mes, tus hijos no tendrán lo suficiente para comer; angustia es que, aun viviendo en la calle, tengas que seguir pagando una hipoteca que, obviamente, no puedes permitirte; impotencia es saber que no puedes hacer nada y que lo poco que puedes hacer, como manifestarte en un escrache, seguramente no servirá para nada.
Entiendo que no debe ser una situación agradable tener el grito de todos los deshauciados en la puerta de tu casa. Entiendo que no es una fiesta que te hagan responsable de esta situación desesperada. Pero es infinitamente más desagradable ver cómo se manipula la realidad a través de palabras tan importantes, tan cargadas de significado y emotividad como violencia, miedo, estrés o impotencia.
Es verdaderamente desagradable.
Sabias palabras, ocurre que muchas veces pretender un poco de coherencia en este mundo que parece solo saber manejarse según pasiones desatadas es mucho pedir, como si solamente pudiera actuarse según los extremos sin que nadie pudiera poner un poco de cordura en tanta locura.
ResponderEliminarGusto de saludarte nuevamente, Casandra, ahora que he vuelto.