sábado, 23 de marzo de 2013

Chronos.

Soy consciente de que el dios del Tiempo no tiene muchos fans, y no me extraña. Es cruel, vengativo, implacable y, encima, se comió y se come a sus hijos -tristemente, nosotros-. Maltrató a su padre, a su madre, a sus hermanos, esposa y descendientes; no es un dios muy familiar, que se diga. Lo bueno es que tampoco podemos acusarle de enchufismos ni preferencias: mata a todo el mundo por igual. Como os digo, un dios poco amigable. Goya lo sabía.

Sin embargo, para mí se está convirtiendo cada vez más en, si no un amigo, un colega que, pasito pasito, va poniéndolo todo en su sitio. Y no digo esto con sentido vengativo, de arrieritos somos. Lo digo con el más profundo y sincero agradecimiento hacia Saturno. Porque hay veces que las cosas se desordenan, se cambian de sitio, se van deslizando por la desidia y al abandono, o todo lo contrario, por el uso excesivo se desgastan y estropean, se mueven y acaban en lugares incómodos.

Cuando esto sucede con un calcetín o con demasiada chatarra acumulada en la mesa, es fácil. Cuando lo que se ha movido de sitio son las personas, sus palabras, sus miradas y sus gestos, es mucho, muchísimo más difícil. Y cada vez que me pasa, pienso "Esto puede salir muy bien, o muy mal... Y esto va a acabar muy mal". Por aquello del piensa mal y acertarás, suelo acertar. Pero esta vez, no contaba con la acción del amigo Cronos que, poquito a poco, sin prisa pero desde luego sin pausa, a empujones y toquecitos y, en ocasiones, tropezones de los de partirte los dientes con el canto de la mesa, lo ha ido colocando todo.

No diré que las piezas encajen ya perfectamente. No soy buena con los puzzles. Pero, desde luego, sí están cayendo en posiciones mucho más cómodas. Y eso siempre es de agradecer.


Supe que de algún lejano
rincón de otra galaxia
el amor que me darías,
transformado volvería
un día a darte las gracias.

Un regalo ;)

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