Hay una cosa que a las personas previsoras (o que por lo menos intentan serlo) nos trae por la calle de la amargura, por el callejón del llanto, por la avenida de las lamentaciones y por el más embarrado sendero del sufrimiento: hacer la maleta.
Y es que vosotros, pobres mortales, a lo mejor llenáis la maleta de ropa, de cosas útiles o que os podéis llegar a poner. Pero mi maleta se llena de por si acasos. Y es que no hay nada peor para mí que el que llegue mi madre y me suelte la bomba: Nos vamos una semana a Oviedo.
*chanchanchan. Truenos, relampagos, gritos de Psicosis de fondo. Histeria colectiva. De mi propio colectivo, que en este caso soy yo en mi misma mismidad intentando averiguar qué llevarme*.
Y es entonces cuando comienza el dolor y el rechinar de dientes. Yo decido cogerme la maleta pequeña porque, por mucho que alguno se empeñe en llamarme capitalista de mierda, no tengo tanta ropa y para una semana tampoco me hace falta llevarme todo mi fondo de armario. Y así, me planto ante esos cajones del infierno y me armo de paciencia y de mi habilidad en el Tetris (bastante buena, para qué negarlo *já*), y me pongo a meter cosas en mi maletita:
-Unas cuantas camisetas. De manga corta y manga larga, claro, que el tiempo es muy imprevisible por aquellas tierras de Dios.
-Un par de pantalones. Bueno, tres, por si me mancho. Bueno, y uno corto, por si le da por hacer calor.
-Un par de sudaderas, por si le da por hacer frío.
-Unas playeras, por si nos da por ir a la montaña.
-La toalla y el bañador, por si le da por hacer sol y puedo ir a la playa.
-El chubasquero, por si le da por llover.
-La bufanda y el gorro, por si le da por nevar.
-El maquillaje, por si a mi padre la da por hacerme fotos.
-El ordenador, por si me da la inspiración y escribo.
-Los Sims, por si me aburro mortalmente.
-El disco duro con películas, por si a mis padres les da por tener un momento fílmico familiar.
-El cuaderno, por si me apetece escribir en el coche (aunque me mareo mortalmente... ¡por si acaso!).
-Las acuarelas, por si me da por pintar el paisaje (no sé cómo, si yo nunca he sabido pintar y menos paisajes, pero bueno, ¡por si acaso!)
-La faldita, por si me da por salir de noche (¿con quién? no sé, pero ¡por si acaso!)
-Los tacones, por si ya me da el jari de arreglarme (¿para quién? creo que sabéis la respuesta...)
-El arpón, por si vamos a cazar tiburones (en el Cantábrico, sí, qué pasa).
-El equipo de cetrería, por si vamos a cazar.
-El vestido de gala, por si nos invitan a una recepción con los Príncipes de Asturias (sí, soy republicana, pero parece que no escucháis, joder... ¡por si acaso!)
Yo, cuando acaba esta orgía de previsión y dejo de abrumarme con todas las posibilidades que caben en un viaje de una semana a Oviedo, me encuentro con que no me cabe nada en la maletita. Claro, mi vida tiene demasiadas variantes como para caber en una maleta de 50x40.
Personalmente, yo he pensado en unirme al circo. Así, cada vez que nos tengamos que mover, me llevo la roulotte conmigo, y ¡fuera preocupaciones! Aunque no sé si cabrá el tiburón blanco que puede que pesquemos algún día...
Como asturiana, te aconsejo que saques el bañador... que esto no es el Mediterráneo ni las Canarias, hace falta valor para bañarse en verano, así que bañarse en noviembre es para chiflados. Pantalón corto no necesitarás tampoco.
ResponderEliminar¡Pásalo muy bien por la nuestra tierna! ;)
Yo es que sólo me voy al norte en verano, por eso hay semejante sarta de despropósitos... Esto fue escrito en julio o por ahí xD
ResponderEliminar