Cuando no hay mucho que contar, me lo invento. Es mejor, así tu vida siempre parece interesante. El problema es que, a veces, sí que hay cosas que contar. Y no las cuento. Es más fácil inventar trivialidades que poner en palabras los retortijones del corazón. Mi padre dice que nací para titiritera; para distraer la vida y el dolor en frases cortas, anécdotas emocionantes y palabras bonitas.
Quizá sea cierto.
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