Y es que los niños tienen una edad maravillosa: La edad del Por Qué. A algunos les llega antes y a otros después, pero suele rondar los cuatro años y se caracteriza por el lamentable hecho de que cada acontecimiento en este Universo es susceptible de ser explicado y, por tanto, está perfectamente justificado que preguntes cuantas veces necesarias ¿Por qué?
Y los desgraciados adultos que a tu alrededor se encuentren tienen dos maneras de enfrentarse a tus preguntas.
La primera, tener paciencia e intentar contestarlas.
-Ainara (sobrina de una servidora que se encuentra en tan maravillosa etapa de su desarrollo...), ven aquí.
-¿Por qué?
-Porque no quiero que te acerques a la plancha.
-¿Por qué?
-Porque te puedes hacer daño.
-¿Por qué?
-Porque quema.
-¿Por qué?
-Porque para alisar el pelo tiene que estar caliente.
-¿Por qué?
-... ¬¬
Insisto en que TODAS Y CADA UNA de las cosas que pasan pueden ser explicadas y, por tanto, nunca se llegará a una respuesta satisfactoria que corte el torrente de preguntas (abundantes pero, como habéis visto, poco variadas).
Una vez el pobrecito adulto ha comprobado que no dejan de preguntar, toma la otra opción, la vía "rápida": no contestar. O el porquesí, que lo llamo yo.
-Ainara, ven aquí.
-¿Por qué?
-Porque sí.
-¿Por qué?
-Porque lo digo yo.
-¿Por qué?
-Porque sí.
-¿Por qué?
-... ¬¬
Y no, efectivamente, no se les puede ganar. Sólo esperar con paciencia (y con mucho cariño) a que lleguen a la siguiente etapa de su crecimiento, igualmente maravillosa y exasperante. Pero eso, para otra entrada.
Mira, leyéndote me he acordado de esta canción. Tienees que verla entera, ¿eh? XD
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=CK82O0ATtzg