Al parecer, y si mi amigo el matemático se pasa por aquí os lo demostrará, "algunos infinitos son más grandes que otros infinitos". No puedo ofreceros pruebas claras yo misma, aunque lo he intentado con vídeos como este y textos muy tochos que he leído hasta el final aun sabiendo que me había perdido después de unos tres párrafos. Demasiadas abstracciones, y encima en inglés, para un viernes a la hora de la siesta.
Lo que sí recuerdo, de aquellos tiempos en los que todavía me interesaban las cosas exactas, es que los números naturales son infinitos. Y que una parte de estos números, por ejemplo los números pares, que por fuerza debería ser más pequeña, también es infinita. Una parte de un conjunto infinito sigue siendo infinita, y sigue siendo una parte. Seguramente me equivoque, pero así lo entiendo (un poco): una infinidad más grande que la otra.
Cuando te enamoras por primera vez, piensas que será la última. Y cuando te hacen daño por primera vez, también piensas que no se repetirá. Te equivocas en ambas. En la vida hay infinitos momentos de alegría y de dolor, de tristeza, de confusión, de ira, de amor, de perdón, de complicidad, de solidaridad. Infinitas personas que pasarán por nuestra vida solo para dejar su huella y unas pocas, no tan infinitas, que se quedarán para siempre.
No dejéis que nadie os diga que vuestra vida es insignificante. Que sois demasiado jóvenes. Todas las vidas son infinitas. Simplemente, algunos infinitos son más grandes que otros.
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