Soy como las plantas. Me podría alimentar de la luz del sol durante días. De sol y chocolate. Y de alguna que otra sonrisa.
Cada vez necesito menos para ser feliz. Respirar hondo al despertarme. Y no romperme al dejar escapar el aire. Que el metro llegue a su hora. Ponerme sandalias. Encontrar un vestido con bolsillos. Saber montar claras de huevo. Tener un mini-rosal macetero. Que no se me rompa el esmalte verde a los dos días. Que haya una nueva película de Tim Burton. Aparcar a la primera. Mi celo-arco iris. Que el Ratoncito Pérez llegue a Bolivia. Tener un pinsajo. Que haya concierto de Extremoduro, aunque no tenga nadie con quien ir. Ver películas en italiano. Irme a Roma. Primeros avisos de mini-independencia. Que me digan que el dragón lo llevo dentro.
Antes, necesitaba un buen chute de felicidad con la forma de tu sonrisa, todos los días. Ahora, como los yonkis, aprendo a ser feliz con un poco de metadona y un poco de optimismo. Y un poco de sol.
Por favor, que no se lleven el sol. Lo necesito, después de tanta lluvia.
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